Origen de la inteligencia artificial: desde Alan Turing hasta Dartmouth 1956 | Capítulo 1 — miniserie Historia de la Inteligencia Artificial comic

La historia de la inteligencia artificial comienza mucho antes de nuestros días. En este primer capítulo de nuestra miniserie, exploramos los orígenes de la inteligencia artificial, desde las ideas visionarias de Alan Turing hasta la histórica reunión de Dartmouth en 1956. Mira el video aquí:

En los tiempos oscuros de la Segunda Guerra Mundial, mientras el mundo se desgarraba en una lucha brutal por la supervivencia, un hombre se sentaba en silencio frente a una máquina.
Su mente trabajaba en esquemas invisibles, tejiendo ideas que el resto de la humanidad aún no podía comprender.
Su nombre era Alan Turing, y sin saberlo, estaba sembrando la semilla de algo que cambiaría el curso de la historia de la inteligencia artificial para siempre.

Turing no solo descifró códigos enemigos; descifró los límites del pensamiento humano.
En su visión audaz, las máquinas no serían solo engranajes y cables: serían capaces de razonar, aprender y tomar decisiones.

Sin embargo, su época no estaba preparada para su genio.
Acusado, perseguido y finalmente destruido por una sociedad que no entendía la magnitud de su mente, Turing murió antes de ver florecer la semilla que había plantado.


El eco de una mente olvidada

Años después de la muerte de Turing, en 1956, su legado silencioso encontró eco en una sala de conferencias en Dartmouth College, en Estados Unidos.
Un pequeño grupo de científicos —entre ellos John McCarthy, Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon— se reunió con una ambición que parecía casi fantasiosa: hacer que las máquinas pensaran.

Fue en esa histórica reunión donde, por primera vez, se pronunció formalmente el término:
“Inteligencia Artificial”.

John McCarthy, el principal impulsor de la idea, escribió en su propuesta:

“El estudio será sobre cómo hacer que una máquina se comporte de formas que serían llamadas inteligentes si un humano las realizara.”

Estas palabras, aparentemente sencillas, encendieron una chispa que iluminaría décadas enteras de descubrimientos, fracasos, sueños y controversias.


La visión que cambiaría el mundo

En Dartmouth, no solo se acuñó una expresión:
se lanzó una profecía.
Una nueva frontera se abrió ante la humanidad: la promesa de crear entidades que pudieran razonar, percibir, aprender y quizás, algún día, sentir.

Aquellos pioneros imaginaron máquinas capaces de resolver problemas, entender el lenguaje, y replicar la creatividad humana.
Muchos de ellos creyeron que el camino sería rápido.
No sabían que tomaría generaciones de investigadores, inventores, programadores, filósofos y soñadores hacer crecer esa primera semilla en la historia de la inteligencia artificial.


De la semilla al bosque infinito

Hoy, la inteligencia artificial está en todas partes.
Desde algoritmos que recomiendan la próxima película que verás, hasta sistemas que diagnostican enfermedades, controlan vehículos autónomos o escriben poesía.

Pero detrás de cada línea de código, detrás de cada sistema inteligente, resuena el eco de aquel primer susurro:
la idea de que las máquinas podrían pensar.

Cada avance es una hoja nueva en el árbol que Turing plantó, que McCarthy nombró y que miles de mentes han nutrido desde entonces. Cada paso que damos es un nuevo capítulo en la historia de la inteligencia artificial.


El legado de Turing

Alan Turing no vivió para ver lo que su semilla llegó a ser.
Pero quizás, en algún rincón de su mente, imaginó este futuro.

Hoy honramos su legado no solo recordando su nombre, sino continuando su obra:
desafiando los límites, soñando en grande, y preguntándonos siempre… qué es posible.


🌱✨ Así germinó la inteligencia artificial. Así comenzó todo.

Continúa…

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